Cuando sientes que el caldero de la vida está a punto de estallar, el sueño de tu mente mantiene en ti la esperanza.
Cuando notas que la llama va carbonizando tu esencia vital.
Cuando sientes que la vida va llegando a consumación, sin ambicionar que eso acontezca, los sollozos se suceden como una secuencia remota en un cine de pasión.
Cuando la brisa del mar roza tus ojos entreabiertos dejando planear a la vela de la verdad, sumergida en las aguas más profundas del denso mutismo, tocando la melodía final de un barco errante y a la deriva, te das cuenta de tu existencia.
Cuando en un instante debes decidir si vivir o morir, cuando en un soplo necesitas escuchar un te quiero pero no puedes oírlo. Cuando el llanto escurre por tu cara y ni siquiera puedo moverme para secarlo, cuando mi aria de perdón se encuentra silenciada por la discordia de la escucha. Cuando mis manos continúan con su actividad y mis ojos se apartan de tu mirada.
Cuando tras períodos de incertidumbre, odio y dolor aparece la figura en tu puerta que alivia los miedos a las sombras, logras indultar a la vida, logras sonreír al mundo, logras saltar al vacío y gritar ...
“BienVenido”