sábado, 29 de enero de 2011

La magnate de las sonrisas

    El director y el medidor del tiempo y de nuestras vidas,  fija como números el diez y el treinta. El sonido del silencio resulta interrumpido, y atraída, como la acción por la reacción, me deslizo hacia su origen. Al llegar, veo a través del cristal la más cautivadora de las escenas, la ingente sonrisa de una pequeña de dieciocho meses. En ese momento la población se ha detenido, la urbe se ha paralizado y el cosmos ha fijado su veraz e inherente existencia en tan minúsculo ser.

   Poder observar su cara de felicidad en el mundo acuático, escuchar sus expresiones de alegría y sobretodo, sentir cómo la estancia en su totalidad, sonreía tras cada una de esas muestras de disfrute.
Y esque, de manera ineludible, la eternidad de la existencia ha sucumbido al magnate de las sonrisas.

   "El que hace reír a sus compañeros merece el paraiso" 







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