miércoles, 12 de diciembre de 2012

El resurgir del Universo



Sentada frente al ordenador, compartiendo estos momentos del final del día con Enya cierro los ojos y me dejo llevar por la música que penetra en mis oídos y me traslada a un mundo natural. Una tormenta de fondo interrumpe a veces la dulce melodía que emite un gran piano tendido sobre la verde hierba que contempla la astucia del viento recorriendo sus teclas. Haciendo que tras su paso por ellas emitan su melodía de placer.



     El cielo se torna azul y las nubes avanzan dejando paso a la luz de los rayos que alumbran la oscura nocturnidad de la incertidumbre pasajera que se postra de lleno en el clímax de su ser. La belleza del ente comienza a forjarse dentro de sí mismo, pues ha encontrado la respiración que tanto ansiaba para sí. Cuán bellas resultan las lágrimas que fluyen tras de sí, cuán bellos resultan los sollozos del alma impenetrable cuando comienza a soltar su profunda existencia que permanecía oculta durante años y que jamás mostró a nadie porque lo selló en el olvido de su gran recuerdo fugaz.



   Qué pesada carga para un ser divino, y esque aunque su cuerpo sea de ninfa, su vida y su rostro se tornan de soberana que jamás pudo olvidar lo sucedido aquel día. Y tampoco quiso hacerlo pues su intangibilidad sabía que llegaría un día en el que su cuerpo de sí lo expulsaría. 

 
     Y ahora piensa en ello y no recuerda cómo pudo ser el olvido, y no recuerda cómo pudo ser el silencio, y no recuerda cómo pudiera ser su vida sin esa hazaña que marcó su destino. Qué hacer para enfrentarse ahora a ello. El tiempo continúa hacia su final y la ninfa tiene frío, tiene duda y no sabe cuál será su veredicto. Sólo sabe, que no será la misma moneda con la que se le pagó en su permuta inicial que marcó su vida. 


-Cleopatra-


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